FRONTERA
Pánico es lo que nos frena, lo que nos ciega y lo que nos
vende al mundo como una respuesta inacabada en la estación de tren. Como una
cinta de cassette que no para de desenrollarse para volver a enrollarse sobre
la punta de un boli BIC negro.
Latentes cristales acechan la sinrazón humana. Porque los
puñales se racionan al igual que la comida se sortea en una fila de gente que
tiene hambre.
No entiendo la palabra frontera, no estimo su significado; no
profundizo ni predico, ni práctico lo que implica.
Hay carreras que se corren una vez en la vida, la única que
nos queda para entender que la tolerancia y el respeto tendrían que ir implícitos
en nuestro ADN. Pero no es así, y derrumbo las barreras que me autoimpongo para
intentar entender porqué yo, y porqué no tú.
Codiciosamente, ambiciosamente, corruptamente inhumanos en
su esencia y pasividad. Revuelvo mis tripas pero vosotros alineáis el intestino
de tal forma que cagáis a gusto. ¿Cómo podéis cagar a gusto mientras la mierda reflota
sobre un mundo aterrorizado por el ansia de poder, las guerras y los que se
ahogan por vivir? ¡POR VIVIR!
¿Cómo podéis vivir ciegos en la ignorancia más dúctil? ¿Cómo
podéis quedaros quietos ante la desgracia y la soledad? ¿Cómo entendéis el
desamparo como algo normal? ¿Cómo palpáis la posibilidad, la mínima posibilidad
de cerrar los ojos y dormir tranquilos?
De repente, se cierran las puertas, se abren las mentes y
todo queda en un sueño, cercano sueño de ventanas abiertas y paracaídas que no
se cierran.
Pilar Gomcas